En una movida que Pyongyang vende como “el primer paso de una nueva era”, Kim Jong-un cortó la cinta del complejo Wonsan-Kalma, capaz de alojar a 20 000 huéspedes con playas, canchas deportivas y restaurantes. El sitio abre la próxima semana a turistas nacionales, aunque aún no hay fecha para los visitantes extranjeros clave si quiere reactivar la economía sancionada.
Desde la pandemia, el país mantiene casi cerradas sus fronteras; solo se han visto grupitos de rusos desde 2024 y un puñado de turistas internacionales a principios de este año. Aun así, el régimen ya promete proyectos similares en otras zonas costeras, apostando a que, cuando reabra al mundo, la infraestructura esté lista para captar ingresos en divisas y alivianar su crónica falta de efectivo.